Entrevista a Jose Oriek

José Oriek: "El color es una muestra de la diversidad".

Nuestra portada del mes de agosto lleva este genial retrato de José Oriek, un verdadero artista de mundo.

José Oriek (1980) es un artista contemporáneo nacido en la ciudad de Huelva. Su arte expresa una manera de vivir apartada de lo convencional que muestra con respeto la diversidad y el simbolismo de lo único y diferente.

El color y la sensualidad aparecen en sus retratos, reflejo de una vida cargada de experiencias alejadas de lo habitual. Oriek manipula la luz natural para reflejar su propia visión del mundo y así crear una figura humana alejada de la realidad.

Es por ello que desde AtrapaHuelva hemos contactado con José Oriek para la cesión de una de sus obras y, con ella, crear nuestra portada de la revista de agosto 2021. Para ello, nos reunimos con Oriek en un céntrico bar de la capital onubense, donde descubrimos a una persona alejada de los convencionalismos propios de nuestra sociedad.

José, eres un artista diferente, que juega con las realidades y el color, ¿cuál fue el detonante?

Siempre me he considerado una persona diferente en una sociedad “de iguales, binaria y dicotómica”. Desde pequeño sufrí ataques de bullying en el colegio y la transición de la aceptación de mi identidad sexual no fue fácil.

Cualquier persona no binaria ha crecido con un trauma. Cuando te marcan incógnitas, tabúes e inseguridades acabas reflejándolas en tu propio día a día. Por ello, dedico mi vida profesional a la búsqueda de una prueba o una confirmación de otras identidades y otras construcciones familiares.

¿Por qué decides comenzar con la fotografía?

Desde pequeño me atrajo la disciplina artística de la danza, pero no contaba con la confianza suficiente para compartirlo con mi familia más cercana. De hecho, el ser artista no era considerado un trabajo digno, por lo que quedó aparcada dicha idea.

Estudié Iluminación para cine y espectáculos gracias a la fuerte vinculación con el cine durante mi infancia, pues mi padre proyectaba las películas del antiguo cine Emperador. Me gustaba la parte audiovisual y, en especial, la producción cinematográfica, pero en Huelva sólo pude trabajar de técnico de luces, por lo que sentía que me faltaba algo más.

Dado mi amor por la imagen, decidí estudiar en la Escuela de Arte León Ortega el módulo de fotografía y, al terminar, marché con 23 años de Huelva para intentar desarrollar una carrera profesional.

¿Qué supuso para ti la llegada a Barcelona?

Supuso una liberación completa. Por aquel entonces no me definía aún como homosexual. Además, el miedo a ser juzgado que siempre había tenido en Huelva desapareció por completo, lo cual ayudó a comenzar a conocerme a mí mismo y a cuidar de mí.

En Barcelona conocí a una artista japonesa, directora de arte y editora de moda, cuyo trabajo me impresionó. Fue por ello que quise aprender gráfica publicitaria, para poder seguir evolucionando en mi trabajo.

Siempre me atrajo el mundo anárquico y clandestino en contra del sistema capitalista y especulador en que vivimos. Soy partidario de que todos debemos de tener acceso a una vivienda digna y a lugares donde poder desarrollar nuestro arte. Por ello, un día conocí a unas chicas que me invitaron a conocer el movimiento okupa en la ciudad y me convencieron de quedarme con ellas.

Tras la experiencia en Barcelona llega Londres, una de las grandes capitales europeas.

Llegó el momento en que quise aprender inglés para poder así comunicarme con la mayor cantidad de personas posibles. Cogí mis maletas, compré un billete y, sin haber visitado nunca la ciudad, de un arrebato, comencé a vivir en Londres.

Un 24 de diciembre conocí a un director de fotografía que me introdujo en el mundo del cine y a unos artistas de circo, también del movimiento okupa, con los cuales conviví durante seis años.

Al principio realizaba trabajos para la industria del cine de manera gratuita. Con el paso del tiempo, me contrataban como ayudante de director de fotografía, técnico de luces… También trabajé en un centro de cultura contemporánea llamado Richmix, e incluso obtuve una formación reglada, pues hice el bachillerato de audiovisuales y posteriormente estudié sonido en la Universidad de Arte de Londres.

Fueron unos años de crecimiento creativo en un entorno cultural underground y clandestino.

Cambias el “underground” de Londres por un ambiente bohemio en Granada, ¿por qué?

En Londres conseguí conectar plenamente conmigo mismo. Conocer a artistas circenses me permitió reactivar esa parte de mí que quería dedicarse a la danza. Por ello, comencé a tomar clases en The Place, una de las escuelas profesionales más importantes de Londres.

Fui a Granada a visitar a mi hermana y, tras haber recibido tanta información en Londres, vi que era el momento de descomprimirla y aprovecharla, por lo que decidí quedarme en Granada viviendo en el Albaicín y las cuevas del Sacromonte.

Conseguí reconectar con mi persona, tanto física como mentalmente, por lo que agradezco mucho esa etapa de nueve meses.

Siendo un chico de mundo, ¿cómo es que has vuelto a Huelva?

Mi intención primaria no fue volver a Huelva. Viviendo en Berlín conocí a un amigo que me convenció para recorrer EEUU. Cruzar el país de costa a costa era un sueño que tenía desde hacía mucho y decidimos hacerlo.

La primera vez que llegué a California y conocí la ciudad de San Francisco, me impresionó tanto su esencia que decidí visitarla cada año. Encontré la forma de convivir con comunidades en las que experimentabas otras formas de construcción familiar y convivencia en un entorno bastante diverso.

En 2019 decidí volver a Huelva para visitar a la familia y pasar aquí un par de meses, pero llegó una pandemia que me impidió volver a la que por entonces era mi casa, por lo que desde entonces he desarrollado mi vida aquí.

Quien busque “José Oriek” en internet encontrará una serie de retratos donde el color es el protagonista. ¿Cómo surge la idea de los filtros de color?

En Barcelona conocí a gente que utilizaba filtros de colores para sus proyectos de arquitectura efímera y de instalación. Además, yo siempre he añadido el color a las imágenes de forma digital.

Por ello, cuando me mudé a Granada, decidí que en la fotografía analógica podría utilizar esos filtros de colores, gracias a la luz que proporciona Andalucía. Comencé de una forma muy rudimentaria, pero llegué a la idea de crear un paraguas con esos filtros de colores.

En un encuentro queer en Granada vi el escenario perfecto para realizar estas primeras fotos con filtros de color, por lo que comencé a realizar retratos con mi paraguas de color, teniendo un éxito enorme.

Para mí el color es una muestra de la diversidad. Esa ficción que crea el paraguas de colores en la realidad de las personas es una representación de lo diferentes que podemos llegar a ser y es un reflejo de lo diferente que me he sentido yo a lo largo de mi vida.

¿Has conseguido hacer alguna exposición donde mostrar tus retratos de color?

La primera exposición que realicé de esta serie de retratos fue en la Galería ArtSpace de México en 2018. Se trata de una galería que trata de poner el valor y visibilizar el arte queer y el colectivo LGTBIQ+.

La exposición tuvo muy buenas críticas, aunque para mí el proyecto aún estaba en evolución. Gracias a la cultura queer que he conocido en California he ido constantemente evolucionando y aprendiendo para poder desarrollar este proyecto y convertirlo en un espectáculo novedoso.

Has fotografiado a personas a lo largo de todo el mundo. ¿Qué experiencia te ha marcado más?

Te diría que ha habido dos experiencias que me han marcado sobremanera.

Una de ellas fue en Los Ángeles, cuando realicé mi proyecto de fotografía en un centro de salud de la comunidad LGTBIQ+ donde residían menores jóvenes vagabundos. Quise conocer qué situación les llevó a esos chavales a vivir en la calle y sus explicaciones me dejaron anonadado.

La otra fue en México, cuando tuve la posibilidad de conocer a las muxes. Muxe es un término zapoteca que hace referencia al género que define a un hombre que asume roles femeninos en cualquiera de los ámbitos social, sexual y/o personal. Es lo que hoy en día conocemos como transgénero, pero allí es una figura que existía antes de la llegada del colonialismo español. 

Es una cultura, la zapoteca, muy interesante, pues antes de la llegada de los españoles no diferenciaban entre hombres y mujeres.

Muchísimas gracias, José, por esta charla tan amena con una persona que ha vivido tanto. Gracias además por cedernos una de tus obras para nuestra portada del mes de agosto.

Sabemos que seguirás moviéndote por el resto del mundo para fotografiarlo, así que desearte la mayor de las suertes en todos tus proyectos y sabes que en Huelva tienes a tu ciudad natal que siempre te acogerá.

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